cartel de como el bordado puede ayudarte a reducir el estrés

Cómo bordar puede ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad: calma, color y bienestar en cada puntada.

Descubre cómo bordar puede ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad. Guía completa sobre sus beneficios emocionales, cómo empezar, técnicas relajantes y consejos para cuidar tus bordados.

Hay días en los que parece que todo va más rápido de lo que puedes seguir. Te levantas con la mente llena, con cosas por hacer, y sientes ese cansancio que no se quita ni durmiendo. A mí me pasaba mucho, y justo ahí fue cuando el bordado apareció en mi vida.

No lo busqué, llegó. Vi una foto preciosa de un bastidor con flores y algo dentro de mí dijo “eso necesito ahora”, asi que compré los materiales sin pensar demasiado y esa misma tarde, mientras pasaba la aguja por primera vez, sentí algo que no esperaba: silencio.

No el silencio de afuera, sino el de dentro. Ese que no pesa, ese que calma.
Desde entonces, el bordado se ha convertido en uno de mis pequeños refugios. No hace falta hacerlo perfecto ni tener experiencia, sólo necesitas un hilo, una aguja y ese ratito para ti.

El bordado como refugio cuando todo va demasiado deprisa.

El estrés se cuela sin hacer ruido, a veces, lo notas en los hombros tensos o en el sueño ligero, otras simplemente en esa sensación de ir “a mil por hora”. No hace falta que haya un motivo claro, simplemente pasa.

El bordado me encontró justo en uno de esos momentos, había perdido la paciencia con todo, y necesitaba parar. Al principio, pensé que sería un pasatiempo más, pero enseguida me di cuenta de que era algo diferente, en cuanto cogí la aguja, el tiempo empezó a moverse más despacio.

Cada puntada tenía su ritmo, y ese ritmo se convirtió en una respiración tranquila. El hilo entrando y saliendo de la tela, los colores mezclándose poco a poco… todo tenía algo de magia. Era como si mi mente encontrara por fin un sitio donde descansar.

Bordar no era crear algo bonito, era regalarme un momento sin prisa, sin exigencias. Era reconectar conmigo.

Lo que pasa en tu cuerpo cuando bordas.

Aunque parezca algo simple, el bordado tiene un efecto real sobre el cuerpo. Mientras bordas, tu respiración se vuelve más lenta sin que lo pienses, tu corazón se calma, los músculos se relajan y tu mente entra en un estado parecido al de la meditación.

A ese estado los expertos lo llaman “flujo”, es cuando estás tan concentrada en lo que haces que el tiempo desaparece. Y es curioso, porque es justo lo que necesitamos cuando estamos estresadas: dejar de pensar en el pasado y el futuro, y volver al ahora.

Además, el cuerpo reacciona. Bordar para reducir el estrés libera dopamina y serotonina, las hormonas del bienestar, por eso, después de un rato bordando, notas esa sensación de paz y satisfacción que cuesta describir. No es euforia, es calma. Además, no es una sensación exclusiva del bordado, también pasa con el crochet o las manualidades.

Yo lo noto sobre todo en los días en los que empiezo tensa. Bastan unos minutos y ,de repente, los pensamientos que antes pesaban tanto se vuelven más suaves.

El poder del ritmo y la repetición.

Bordar tiene un ritmo que engancha. Es algo muy simple, pero casi hipnótico: aguja dentro, hilo fuera, otra vez dentro. Y en ese vaivén constante, el cuerpo se relaja. Hay algo muy terapéutico en la repetición, te recuerda que no hace falta correr, que puedes hacerlo despacio. Que lo bonito se construye poco a poco.

Cada puntada es como un pequeño respiro, no importa si el hilo se enreda o si te equivocas, porque incluso eso forma parte del proceso. Cuando te dejas llevar por el movimiento, tu mente se ordena sola. Y lo que antes era caos empieza a tener sentido.

Bordar puede ayudarte a reducir el estrés y volver a ti.

Una de las cosas que más me gusta del bordado es cómo te devuelve al presente. En el día a día, la mente va de un sitio a otro, saltando entre lo que pasó y lo que vendrá pero cuando bordas, no hay sitio para nada más.

Estás ahí, con tus manos, la tela y el hilo. Y eso basta.

Es curioso cómo algo tan pequeño puede hacer tanto. Mientras eliges los colores, mientras sigues el dibujo, estás también reconectando contigo, con esa parte que, a veces, se queda en silencio entre las prisas y las preocupaciones. Bordar te enseña a escucharte, a tener paciencia, a permitirte parar sin sentirte culpable, es una forma suave de meditar sin tener que cerrar los ojos.

Cómo empezar sin miedo ni agobio.

Si nunca has bordado, que no te frene la idea de “no saber hacerlo”, nadie empieza sabiendo. Lo bonito es aprender, probar y disfrutar el proceso.

Empieza por algo sencillo, puede ser una flor, una palabra o un dibujo pequeño, no hace falta complicarse. Prepara tus materiales: un bastidor, un trozo de tela, hilos de colores, aguja y tijeras, busca un rincón tranquilo y una buena luz. Yo suelo poner música suave o un podcast de fondo. A veces, incluso me quedo en silencio, sólo escuchando el roce del hilo con la tela.

Empieza con puntos simples, como el punto pespunte o el punto tallo. Son fáciles de hacer y dan resultados muy bonitos. No te preocupes si te equivocas, todos los bordados tienen alguna puntada torcida, y eso los hace únicos.

Lo que aprendes mientras bordas.

Bordar enseña muchas cosas más allá de la técnica, te enseña paciencia, porque todo lleva su tiempo. Te enseña constancia, porque cada puntada suma. Te enseña a soltar el control, porque hay cosas que no puedes acelerar.

También te enseña a reírte de los errores, aveces el hilo se lía o el diseño no sale como esperabas, pero luego descubres que ese pequeño fallo le da carácter. Y, sobre todo, aprendes a confiar en ti, en tu ritmo, en tu estilo, en tu capacidad de crear algo con tus propias manos. Eso da una satisfacción enorme.

Bordar como una forma de autocuidado.

A veces, pensamos que cuidarnos requiere tiempo o dinero, pero en realidad el autocuidado puede ser algo tan sencillo como bordar unos minutos al día.

Bordar es darte permiso para parar, es desconectar del móvil, del ruido, de las prisas. Es regalarte un momento en el que sólo importa lo que estás haciendo ahora. Crear con tus manos tiene algo muy poderoso, te recuerda que puedes construir, transformar y hacer cosas bonitas incluso en los días más grises. Y eso, aunque parezca pequeño, cambia mucho por dentro.

La influencia del color.

Los colores también hablan, no es casualidad que un día te apetezcan tonos suaves y otro necesites algo más vibrante. El color tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo.

El azul transmite calma, el verde equilibrio, el rosa suavidad, el amarillo energía… Elegir colores es otra forma de cuidar de ti, te das cuenta de lo que necesitas y lo expresas sin palabras. Yo suelo dejarme llevar, hay días en los que sólo quiero tonos tierra, y otros en los que busco algo alegre y luminoso.

Cómo el bordado ayuda con la ansiedad.

La ansiedad te arrastra al futuro, te llena de “y si…” y de preocupaciones que aún no existen. El bordado te devuelve al ahora.

Mientras bordas, tu mente no puede irse tan lejos, tus manos están ocupadas, tus ojos atentos, tu respiración acompasa el ritmo del hilo. Es una experiencia muy sensorial, notas la textura de la tela, el tacto del hilo, el pequeño sonido al pasar la aguja. Todo eso ayuda a que el cuerpo se relaje.

No es magia, pero sí es una forma preciosa de darle un respiro a tu mente. Cada vez que bordas, le enseñas al cuerpo a volver a ese estado de calma con más facilidad.

Cómo integrar el bordado en tu rutina.

No hace falta tener muchas horas libres, puedes bordar un rato por la tarde o antes de dormir. Incluso cinco o diez minutos hacen la diferencia.

Ten tus materiales siempre a mano, un rincón pequeño con tus hilos y agujas es suficiente. Cuanto más fácil te resulte empezar, más ganas tendrás de hacerlo. Y si un día no te apetece, no pasa nada, el bordado no exige, espera. No se trata de producir, sino de disfrutar.

La comunidad del bordado.

Otra parte bonita del bordado es que no estás sola, hay muchas personas que también encuentran en él una forma de calma.

Las comunidades de bordadoras están llenas de gente que comparte, se inspira y se apoya. Ver los proyectos de otros, aprender trucos, enseñar los tuyos… todo eso también alimenta el alma. Y, si te animas, regalar tus bordados es una manera preciosa de compartir cariño. Un bastidor hecho con tus manos dice más que mil palabras.

Cómo conservar tus bordados.

Después de tanto tiempo y mimo, es normal que quieras cuidar tus bordados. Lávalos a mano con agua fría y un jabón suave, no los frotes, solo déjalos reposar en el agua.

Sécalos sobre una toalla, al aire, y plánchalos por el revés con un paño encima, guárdalos en un sitio sin humedad y sin sol directo. Si los enmarcas, elige marcos que dejen respirar la tela.

Cuidar lo que haces también es cuidarte a ti.

Preguntas frecuentes.

¿Necesito saber bordar para que me ayude a relajarme?

No, lo importante es disfrutar. No se trata de hacerlo perfecto, sino de sentirte bien mientras lo haces.

¿Qué pasa si me frustro al empezar?

Es completamente normal. Respira, suelta la aguja un rato y vuelve cuando te apetezca. Todo mejora con la práctica.

¿Puedo usarlo como parte de una terapia?

Sí, aunque no sustituye una terapia profesional, puede ser un complemento precioso. Bordar ayuda a enfocar la mente y aliviar la tensión.

¿Cuánto tiempo necesito para notar beneficios?

A veces, con 15 minutos al día, ya notas la diferencia. Lo importante no es cuánto, sino cómo.

¿Qué materiales necesito para empezar?

Tela de algodón, hilo mouliné, aguja y bastidor. Nada más. Lo demás llega solo.

Bordar no es sólo una forma de pasar el rato, es una manera de cuidar de ti, de reconectar con tu calma y de recordar que no todo tiene que hacerse corriendo.

Cada puntada es una pausa, un momento para respirar, para volver a ti, para encontrar belleza en lo sencillo.

Yo sigo bordando cada vez que necesito parar. Hay algo en ese pequeño movimiento que me recuerda que todo se puede volver a hilar, que incluso los nudos tienen su encanto. Si lo pruebas, verás que no es solo una afición, es una forma de terapia suave, silenciosa y profundamente tuya.

Tú también has sentido cómo el bordado te ayuda a calmarte? Cuéntame tu experiencia, qué sueles bordar cuando necesitas desconectar, qué colores te acompañan, qué te transmite.
Me encantará leerte y compartir ideas contigo. Y si conoces a alguien que esté pasando un momento difícil, mándale este artículo, a veces, una aguja, un hilo y un poco de tiempo son el mejor regalo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Demuestra que eres un ser humano: 3   +   10   =  

error: Content is protected !!
Scroll al inicio
×